Olas catedralicias
Me gusta contemplar el mar. Y escucharlo. Sentir su ritmo, siempre vivo. Te sientas en la orilla y ves romper sus olas. Todas, sin fallar una, se acercan, zalameras, riendo, creciendo poco a poco, encrespándose, y se hacen plenas durante unos segundos que pueden durar años. Y todas, sin fallar una, retroceden poco a poco, algunas con pereza, con nostalgia quizá, y terminan marchándose y desapareciendo. Aunque unas pocas dejan su huella en tu arena.
Pero siempre hay una nueva ola esperando para llenar tu orilla de espuma, de sal, de vida.Dicen que algunas olas, las más hermosas, se transforman a veces en roca, en faro, en gaviota, y permanecen en nuestras vidas, firmes, viendo a las demás olas llegar y crecer y alejarse. Y dicen también que nuestra vida es como el mar, con su terco vaivén de personas que vienen y se van... o se quedan. Yo tan sólo sé que a veces aparece una ola más hermosa que las otras, y contengo la respiración para que no se desvanezca como todas.
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Praia das catedrais, octubre 05.
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