Hitchcock y parques (II)
Evidentemente, no todas las gaviotas imponen tanto. En un viaje por el río Dart (Inglaterra) me hice amiga de una pequeña gaviota que posó con mucho gusto (tras el correspondiente soborno de pan, claro...). No se movió de nuestro lado mientras estuvimos allí... y la verdad es que no vimos el letrero (Please, don't feed the gulls!) hasta que ya era demasiado tarde...
Y desde luego aquella no fue la primera (ni será la última) vez en que me veo rodeada de pájaros. Hace dos años, paseando por Cáceres, una nube de pájaros (cuya especie no reconozco, admito) cubrió el cielo de la plaza en la que me encontraba con su griterío de prisa veraniega. Durante unos minutos entraron, salieron, se arrremolinaron, bailaron como uno sólo y sólo cuando se fueron nos dimos cuenta del estruendo que hacían.
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